DE NUEVO LA CODICIA Y GANAR DINERO FÁCILMENTE "A MANOS LLENAS" JUNTO A UNA IGNORANCIA SUPINA MUY ESPAÑOLA DE SIEMPRE, LLEVÓ A LA MUERTE A MUCHOS ESPAÑOLES DE BIEN, EN SU MAYORÍA DE CONDICIÓN HUMILDE
¡MALDITOS ASESINOS!
ENVENENANDO UN ALIMENTO BÁSICO COMO ES EL ACEITE DE CASA
¡MALDITOS ASESINOS!
ENVENENANDO UN ALIMENTO BÁSICO COMO ES EL ACEITE DE CASA
FUENTE
https://aniversario.elpais.com/colza/
El 27 de abril de 1981, Jaime Vaquero, ingresado en el hospital Del Rey de Torrejón de Ardoz, murió en un traslado a otro hospital. En un principio, la afección que causó el fallecimiento se denominó la “enfermedad del legionario”. Sin embargo, se propagó por la Comunidad de Madrid rápidamente poniendo en jaque a las autoridades sanitarias. En apenas dos semanas, seis personas fallecieron mientras la epidemia se extendía a cuatro provincias más. La enfermedad se calificó de “neumonía atípica” y laboratorios de distintos continentes recibieron muestras para su análisis.
Un mes y medio después del primer fallecimiento y gracias al trabajo de campo del doctor Tabuenca Oliver,subdirector del Hospital Niño Jesús (Madrid), se determinó cual era la causa que había provocado la intoxicación generalizada: aceite de colza adulterado vendido a granel. A partir de ese momento, palabras como “anilina“, “desnaturalizado” o “refinado” se harían habituales entre la sociedad, conmocionada tanto por el transcurso de los acontecimientos como por la inacción de los representantes públicos.
En julio, cuando se contabilizaban 62 muertes, Unión de Centro Democrático (UCD) calificó el envenenamiento masivo como “un desgraciado incidente”. Mientras tanto, el número de afectados no paraba de aumentar. Durante el mes anterior se calculó que la epidemia se podía extender a más de 10.000 casos en base al número de hospitalizados, superior a los 3.000.
El fraude provenía de la mezcla que algunas empresas llevaron a cabo a la hora de procesar el aceite. Estos mezclaban varios componentes, obteniendo como resultado un producto adulterado para uso industrial. Acto seguido, se vendía clandestinamente y sin ningún tipo de control. Una de las empresas más activas fue RAELSA, ubicada en Alcorcón, causante de la mayor parte del envenenamiento en los municipios del sur de la Comunidad de Madrid.
Mucho se ha escrito y hablado de esta historia, la mayor intoxicación alimentaria de nuestro país, sin embargo, poco o nada de Juan Manuel Tabuenca, el médico que descubrió que el mal estaba en aquel aceite adulterado y que, con su trabajo, frenó la tragedia.
Entonces, el Doctor Tabuenca desde su unidad de pediatría empezó a observar determinados comportamientos. "Yo veía que los niños lactantes no enfermaban. Entonces me fui dando cuenta de que tenía que ser algo relacionado con los alimentos y que la clave estaba en el cambio en la alimentación que se producía en el momento de pasar de dejar nutrirse con la leche de la madre y empezar a tomar alimentos como los adultos", cuenta Juan Manuel.
El pediatra pidió a las familias de los niños que llegaban enfermos que le diesen todas las muestras posibles de lo que habían consumido en casa: carne, leche, pescado, puré. Así como de cualquier análisis de sangre u orina.
En cuanto lo supo, fue al Ministerio de Sanidad para informar de los resultados de su trabajo. "Allí me preguntaron qué quería a cambio, cuál era mi precio. Pero estaban equivocados, yo no quería nada para mí. Les dije que solo quería que en el próximo telediario se dijese a toda la sociedad española que dejase de consumir ese aceite maligno", recuerda Juan Manuel.
¡GRANDE DOCTOR TABUENCA!
MUCHOS ESPAÑOLES TE RECORDAMOS Y A BUEN SEGURO QUE AHORA TE ENCUENTRAS ENTRE LOS SANTOS DE LA MEDICINA COMO ÁNGEL DE LA GUARDA
COLZA, HISTORIA DE UN ENVENENAMIENTO
El 20 de mayo de 1989, la justicia dirimió la causa abierta a 38 empresarios relacionados con el envenenamiento masivo por el aceite de colza con fines industriales utilizado de forma fraudulenta. Ocho años después de que falleciera el primer intoxicado —un niño de ocho años en Torrejón de Ardoz (Madrid)—, sólo 13 de ellos fueron condenados a penas de entre seis meses y 20 años de prisión, sanciones muy inferiores a las solicitadas por el fiscal, en las que se llegó a pedir para algunos de los acusados entre 10.000 y 100.000 años de cárcel.
Las cifras del síndrome tóxico, como se le denominó en un primer momento, dejaron alrededor de 25.000 afectados en una veintena de provincias y más de 300 muertos. EL PAÍS cubrió un tema que se consideró de “emergencia pública” y de “epidemia”, sobre todo en los primeros meses en los que la virulencia del envenenamiento se intensificó.
El 27 de abril de 1981, Jaime Vaquero, ingresado en el hospital Del Rey de Torrejón de Ardoz, murió en un traslado a otro hospital. En un principio, la afección que causó el fallecimiento se denominó la “enfermedad del legionario”. Sin embargo, se propagó por la Comunidad de Madrid rápidamente poniendo en jaque a las autoridades sanitarias. En apenas dos semanas, seis personas fallecieron mientras la epidemia se extendía a cuatro provincias más. La enfermedad se calificó de “neumonía atípica” y laboratorios de distintos continentes recibieron muestras para su análisis.
Un mes y medio después del primer fallecimiento y gracias al trabajo de campo del doctor Tabuenca Oliver,subdirector del Hospital Niño Jesús (Madrid), se determinó cual era la causa que había provocado la intoxicación generalizada: aceite de colza adulterado vendido a granel. A partir de ese momento, palabras como “anilina“, “desnaturalizado” o “refinado” se harían habituales entre la sociedad, conmocionada tanto por el transcurso de los acontecimientos como por la inacción de los representantes públicos.
En julio, cuando se contabilizaban 62 muertes, Unión de Centro Democrático (UCD) calificó el envenenamiento masivo como “un desgraciado incidente”. Mientras tanto, el número de afectados no paraba de aumentar. Durante el mes anterior se calculó que la epidemia se podía extender a más de 10.000 casos en base al número de hospitalizados, superior a los 3.000.
El síndrome tóxico permitió que se destapara la red de empresas implicadas en el proceso de la alteración del aceite desnaturalizado. A finales de julio, siete empresas y una decena de marcas se encontraban en el punto de mira de las autoridades sanitarias.
El fraude provenía de la mezcla que algunas empresas llevaron a cabo a la hora de procesar el aceite. Estos mezclaban varios componentes, obteniendo como resultado un producto adulterado para uso industrial. Acto seguido, se vendía clandestinamente y sin ningún tipo de control. Una de las empresas más activas fue RAELSA, ubicada en Alcorcón, causante de la mayor parte del envenenamiento en los municipios del sur de la Comunidad de Madrid.
La extensión del problema sanitario cruzó las fronteras españolas y llegó a países como Dinamarca o Francia. Varias empresas galas reconocieron su ignorancia y trataron de eximir su responsabilidad alegando que empleaban la anilina como desnaturalizante “porque así se lo pedían los españoles”. La policía española intensificó las investigaciones en torno al transporte por carretera de las partidas de aceite importadas desde el país galo.
A mediados de septiembre, la epidemia ya se había cobrado 133 vidas y los ingresos hospitalarios ascendían a más de un millar. Los meses posteriores contabilizaron menos casos confirmados y, en noviembre, el Ministerio de Sanidad informó de que el síndrome tóxico había entrado en una fase claramente regresiva. Habían pasado cinco meses desde el primer fallecimiento. Por otra parte, casi una veintena de marcas de aceite fueron apartadas del mercado.
La vuelta paulatina a la normalidad estuvo marcada por las informaciones que surgían a raíz de los negocios fraudulentos de los empresarios, relacionados con la trama del envenenamiento masivo. EL PAÍS, tras una exhaustiva investigación, logró reconstruir el relato de los hechos a través del careo de los implicados en el tráfico de colza. Entre otros, la historia de dos mayoristas de productos químicos y un aceitero catalán que se asociaron para sacar pingües beneficios del procesado del aceite a finales de 1980.
¿PARECE QUE LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS TAMBIÉN SABEN ENGAÑAR A LA GENTE DEL PUEBLO LLANO Y HUMILDE?
HAY OTRAS VERSIONES DEL SÍNDROME PERO DESDE MI PUNTO DE VISTA NO SE SOSTIENEN
La gran farsa de la colza
http://www.cbgnetwork.org/129.html
¡POR CIERTO, EL ACEITE DE COLZA ES MUY SALUDABLE!.
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